La aparición del brote de Covid-19 cambió el concepto de normalidad conocido hasta el momento en muchos países del mundo e impactó de forma negativa tanto en el ámbito social como económico. Por supuesto que Argentina no es la excepción: según un informe elaborado por Naciones Unidas en acompañamiento del Banco Mundial, la pandemia provocada por el coronavirus tiene un impacto transversal, socioeconómico y ambiental que obliga a recalcular cualquier plan de desarrollo sostenible. La crisis sociosanitaria tuvo un impacto económico tan relevante, que muchas personas se vieron obligadas a solicitar préstamos personales para afrontar sus obligaciones financieras.
Los primeros análisis e investigaciones del informe muestran cifras contundentes: se registró una caída en la producción, crecimiento de la pobreza y de la cantidad de personas en estado de emergencia —sanitaria, alimentaria y económica-. Es por eso que, en un contexto inflacionario en donde los precios aumentan continuamente y la cuarentena impide desarrollar las actividades laborales, muchos argentinos acudieron a productos financieros tales como los préstamos personales no solo para cubrir emergencias financieras, sino también para sustentarse o incluso reinventar un negocio que pueda funcionar dentro de la nueva normalidad que estipula protocolos sanitarios y rubros funcionales específicos.
Crisis financiera
La solicitud de préstamos personales durante la pandemia se convirtió en un fenómeno en ascenso frente a la necesidad de obtener dinero rápido, con pocos requisitos y sin salir de casa. Empresas fintech como Wenance, que mediante su producto Welp ofrece hasta 300 mil pesos en el acto a clientes de todo el país, se convirtieron en aliados eficaces para atravesar momentos de dificultad financiera. Lo cierto es que la necesidad de los argentinos de solicitar dinero por internet para afrontar deudas o alguna emergencia médica es solo la punta del iceberg.
En consiguiente al informe argentino de Covid-19 se entiende que, la crisis generada por la pandemia presenta un triple shock económico en el nivel local:
– De oferta: debido a las medidas de aislamiento social.
– De demanda: derivado de los menores ingresos que genera la paralización de la actividad económica.
– Financiero: asociado a los problemas de liquidez que enfrentan las empresas.
A estos elementos se agrega el impacto de la crisis global: un menor precio de los principales productos de exportación, la reducción del volumen de comercio de bienes y servicios y las tensiones financieras internacionales.
De hecho, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la combinación de estos factores excepcionales llevará a que la economía argentina caiga un 8,2% en 2020 si la pandemia se controla, y hasta un 10% en caso de que se registre un segundo brote de coronavirus en el país.
Efectos de la pandemia en el empleo
En lo que respecta al empleo, según las proyecciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) realizadas en base a distintos escenarios de caída del PIB, se perderían entre 750.500 y 852.500 empleos en Argentina en 2020. Ante una disminución del PIB del 8,25% prevista por la OCDE en su proyección económica para 2020, el impacto en el empleo resultaría en 750.500 personas ocupadas menos.
Si llegase a producirse un segundo rebrote, se estima que el PIB argentino registraría un descenso del 10%, dando lugar a una disminución en el número de ocupados que podría superar las 750.500 personas.
En conclusión, la crisis provocada por la pandemia por el COVID-19 tendrá un fuerte impacto en el mercado de trabajo argentino que ya presentaba inestabilidad previamente al brote.
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